Consecuencias de la Pandemia:
Las consecuencias que ha provocado la pandemia respecto al trabajo, han incidido en todas las categorías de trabajadores de forma generalizada, pese a que algunos grupos se han visto especialmente afectados. Según una encuesta de la Organización Mundial del Trabajo hay una tendencia a exacerbar la disparidad y condicionar los modestos alcances logrados en los últimos años en materia de igualdad de genero en el mercado laboral.
Aunque antes de esta crisis mundial producto de la pandemia originada por el Coronavirus, había una gran diferencia de genero en el mercado laboral de todo el mundo, la verdad es que se estaba logrando un leve disminución de esa diferencia.
En lo concerniente a la disparidad de género en el mercado laboral, la crisis incide en cuatro esferas principales de forma desproporcionada en las mujeres que trabajan. Veamoslo de manera detallada:
1) En primer lugar, una gran proporción de mujeres trabaja en sectores muy afectados por la crisis. A escala mundial, casi el 40% de las mujeres trabajadoras, desarrollan su labor en esos sectores más afectados, como ser la hoteleria y alimentación.
En algunos segmentos del sector productivo que no guardan relación con los servicios y requieren una gran cantidad de mano de obra, en particular el de la confección, las mujeres son vulnerables frente a la pérdida de su trabajo como consecuencia de la interrupción de las cadenas de suministro y la disminución de la demanda de los consumidores.
2) En segundo lugar, las mujeres que trabajan en el sector de prestación de servicios domésticos han sido muy vulnerables frente a las medidas de contención. Según varias estimaciones de la OIT, al 4 de junio 55 millones de trabajadores domésticos de todo el mundo,corrían un elevado riesgo de perder su empleo y sus ingresos como consecuencia de las medidas de confinamiento y la falta de cobertura eficaz en materia de seguridad social. La gran mayoría de esos trabajadores domésticos son mujeres.
3) En tercer lugar, la inmensa mayoría de los trabajadores de los sectores sanitario y de asistencia social son mujeres. A escala mundial, las mujeres representan más del 70 por ciento de las personas empleadas en los sectores sanitario y social. Sin embargo, las mujeres que llevan a cabo su labor en dicho sector suelen ocupar puestos menos cualificados y peor remunerados, lo que da lugar a una mayor disparidad salarial de género. Los trabajadores del sector sanitario, en particular los que tratan a pacientes que padecen COVID-19, suelen estar sujetos a arduas condiciones de trabajo (y en ocasiones peligrosas). Sus largas jornadas de trabajo en unidades de cuidados intensivos, la falta de equipos de protección personal o de recursos adecuados, la dotación deficiente de personal y un intenso estrés emocional, hacen que esos trabajadores sanitarios se expongan a un mayor riesgo de infección y transmisión, en particular en los países de ingresos bajos y medianos.
4) En cuarto lugar, la distribución dispar del aumento de la demanda de servicios de atención social durante la crisis incide de forma desproporcionada en las mujeres. En períodos de normalidad, las mujeres llevan a cabo alrededor de tres cuartas partes del trabajo de prestación de cuidados no remunerado. El tiempo que dedican las mujeres a dicho trabajo aumenta si hay niños en el hogar. El cierre de centros educativos para la primera infancia y de escuelas, así como la interrupción de la prestación de servicios de atención social y la falta de disponibilidad de familiares de mayor edad para prestar ayuda, ha aumentado la demanda de servicios de atención social durante la crisis. En una reciente encuesta en línea realizada en Europa, el 10,6 por ciento de las mujeres que participaron en la misma (de 35 a 49 años de edad) señalaron que durante la crisis las responsabilidades familiares les impedían (en todo momento o casi siempre) dedicar el tiempo necesario a su trabajo, frente al 6,7 por ciento de los hombres encuestados.
5) Además de los aspectos relativos a la prestación de cuidados, la OIT también ha destacado el riesgo de que aumente la violencia doméstica durante la crisis, en particular como consecuencia de las medidas de confinamiento.
Esos efectos desproporcionados en la mujer podrían provocar un retroceso con respecto a los avances en materia de igualdad de género logrados hasta ahora en el mercado laboral y exacerbar la disparidad al respecto. En anteriores crisis se ha puesto de manifiesto que si las mujeres pierden su empleo, aumenta su carga de trabajo no remunerado de prestación de servicios, y que si no hay empleo suficiente, con frecuencia se niega a la mujer las oportunidades de trabajo que se ofrecen a los hombres. Cuanto mayor sea la pérdida de empleo femenino durante la fase confinamiento y menos puestos de trabajo existan como consecuencia de la crisis de la COVID-19, más difícil será recuperar el empleo para las mujeres.
Habida cuenta de ello, esta crisis podría provocar un retroceso con respecto a los avances logrados (a un ritmo muy lento) para la mujer en el mercado de trabajo, en particular con respecto a la distribución del trabajo de prestación de cuidados no remunerado.

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